jueves, 11 de enero de 2018

Unos kilos de pintura para el carril bici

 Lo del carril bici sigue dando juego. Ahora el tema está en qué se hace con Pio XII y  la cosa durará, pues no se pone de acuerdo nadie con la solución.
Entre tanto tenemos unas zonas peatonales en las que coinciden peatones y ciclistas. Las hay de dos tipos: vías estrechas y vías anchas.
Las peatonales estrechas son las que están en el casco antiguo y en las que coinciden los peatones y los ciclistas. En estas, debido a su estrechez, es imposible señalar un carril específico para bicis y por tanto hay que asumirlo, y si no se puede ir en bici por la aglomeración de peatones, pues se echa pie a tierra y se acabó el problema.
Las peatonales anchas son aquellas que, por sus dimensiones, sí que pueden tener un carril bici debidamente señalado,  para que éstas vayan por su camino y los peatones por el resto.
En el mismísimo centro de la ciudad tenemos unas calles que pueden representar unos dos kilómetros o quizás algo más (Carlos III, Plaza del Castillo, Avda. Roncesvalles, y calles García Ximénez, Tudela y parte de Tafalla) que tienen anchura suficiente como para tener su propio carril bici.
Los que usamos la bici en ciudad sabemos que circular con la misma por una zona peatonal es una aventura, pues los peatones te salen, menos del cielo, de cualquier otro lugar. Por eso sí que se agradecería tener una vía específica para circular y así evitar que la gente te increpe o mire con mala cara. Incluso uno podría tocar  el timbre, sin sentimiento de culpa, al peatón que circulase por ese carril.
Montones de ciudades tienen pintados  carriles bici que discurren muchas veces sin separación física respecto a los peatones, pero la gente más o menos se va acostumbrando y poco a poco los va respetando.
Unos kilos de pintura tienen la culpa. No creo que ese gasto desequilibre las arcas municipales. Eso sí, pediría que se pintase de un rojo o verde o del color que sea todo el carril no sólo las rayas laterales pues, como se puede ver donde lo han hecho así, al poco tiempo se borran  y no se repintan. Una capa de asfalto coloreado quizá fuese una buena solución.

Tiempo remunerado "para echar un pote"


Es un tema que venía rumiando desde hace varios años, pero el desencadenante de que me ponga a escribir este artículo se debe a lo que observé el día 17 de agosto del pasado año en Pamplona, pero, sobre todo, al artículo publicado en el diario El País con fecha 6/11/17 sobre una empresa japonesa.
El jueves 17 de agosto de 2017 fui un organismo oficial (no digo a cuál pues aquí todos nos mosqueamos inmediatamente)  para hacer unas gestiones. En la calle, junto a la puerta de entrada, había dos varones y una mujer fumando un cigarrillo y me dije: seguro que son funcionarios. Entré y tomé el ticket donde figuraba la hora; las 10.25h.
Al rato entraron esas personas y se dirigieron a sus mesas. Había acertado: eran funcionarios.
Después de solucionar mi consulta fui a hacer otras cosas y a las 11,15h pasé de nuevo delante del mismo organismo, y allí estaban echando otro cigarro la misma mujer y esta  vez un hombre de los dos que había antes.
Supongo que esa cadencia la seguirán teniendo a las 11,30h 12,30h etc. hasta que acaban la jornada laboral.
Parece que más o menos cada hora salen a echar el cigarro, empleando más o menos 10 minutos en consumir el mismo. O sea que por cada hora sólo trabajan  50 minutos. Me refiero a los fumadores, claro.
Esto que, por casualidad, lo observé en ese organismo oficial, se ve en muchos organismos públicos, y en empresas privadas (oficinas, comercios), pero allá ellos, me refiero a las privadas, pero creo no se debe consentir en las públicas.
Con independencia del tema de salud, y en plan demagogo, que se lleva mucho últimamente, pido a todos los organismos y empresas en las que algunos trabajadores salen a la puerta a fumarse un cigarrillo que estos no tengan privilegios sobre los que no fuman.
Lo que reivindico en su nombre (y antes lo habrían tenido que hacer los Sindicatos)  es que no haya discriminación y se permita al que le gusta echar un pote y no es fumador, a que se de un garbeo cada hora para tomarse unos piscolabis. Me dirán que el tabaco no perjudica al rendimiento posterior en el trabajo, mientras que beber alcohol sí que puede afectarle. Pero eso es cuestión de voluntad y de saber organizarse. Las empresas tendrían que conceder a todos los bebedores acreditados, el equivalente a los tiempos de asueto disfrutados por los fumadores, pero de una sola vez. Así pues si al ritmo que calculamos los fumadores emplean casi 1,5h en fumar sus cigarrillos, los que les gusta echar potes podrían finalizar la jornada laboral 1,5h. antes. De esta forma podrían irse de vinos tranquilamente pues ya no tendrían que volver al trabajo y por tanto no repercutiría en su rendimiento posterior.
Importante: se tendrá que elegir entre fumador o bebedor. No son acumulativos.
En estos momentos, de defensa de la igualdad es lo menos que se puede pedir.
Claro que, una vez levantada la liebre, reclamarían esa reducción de jornada los que ni fuman ni beben, pero que les gusta tocar el piano, jugar al tenis, al mus, etc. y por tanto exigirían el mismo tratamiento. Sería una forma ingeniosa de rebajar la jornada laboral o de crear nuevos puestos de trabajo.
Bueno pues, después de todo esto que en origen es verdad, pero que lo he continuado en plan jocoso, veo que no soy el único que haya sido sensible a este tema.
El día 6/11/2017 en El País venía un artículo que decía que la empresa japonesa de marketing Piala, había ofrecido a sus trabajadores seis días libres al año a cambio de no fumar y que una tercera parte de la plantilla había aceptado la oferta. De esta forma no discrimina a nadie en función de sus vicios o aficiones.
Todo se había iniciado por la denuncia anónima de un empleado que estaba hasta las narices de ver cómo sus colegas fumadores bajaban varias veces los 29 pisos hasta llegar a la calle a darse unas caladas, mientras el resto seguía currando en su puesto de trabajo.
Si pueden lean el artículo, que está muy bien, pues no lo voy a copiar entero.
Así que, después de leer dicho artículo, me animé a escribir lo que hace años tenía pensado porque lo veía en la calle todos los días, pero ahora que una empresa extranjera va en esa línea, me veo avalado a hacerlo.
Ya se sabe que si puedes apoyarte en algo que digan los de fuera será mejor recibido que si sólo se te ha ocurrido a ti, que encima eres de aquí.
Bueno pues, entre bromas y veras, ahí queda el tema.


Nula promoción de la música clásica


Desde hace tiempo le sigo la pista a la programación de TVE2 o La2 respecto a sus transmisiones de música clásica, ya que esta cadena es la que tiene por misión la difusión de la cultura.
Este verano me tomé la molestia de analizar la programación  para ver qué tiempo le dedicaban a dicha música.
Hice el estudio de los 15 primeros días de junio y como vi que se repetía todo, no hice el estudio de todo el mes, que era mi intención inicial, por lo que el resultado de los 15 días lo multipliqué por dos y me dio las cifras que voy a enumerar.
En junio de 2017 LA2 emitió un total de 667h., de las cuales 235h. (35%) las dedicaron a documentales; 221h. (33%) a inglés, concursos, noticias y varios; 169h. (25%) a cine y 35h. (6%) a música clásica (o eso creo) y lo que ocurre en el mes de junio es extrapolable (con alguna excepción) al resto de meses del año.
Como se puede ver, a la música clásica se le dedica el 6% del tiempo total que emite La2. Me parece de maravilla que se promuevan los documentales, el cine, el inglés, los concursos, etc. pero ¿no creen que la música clásica se merece un poquito más?.
Pero, aparte de eso, piensan que los aficionados a dicha música debemos ser noctámbulos o madrugadores, pues dichas emisiones las ponen a las 2, 3, 6 de la mañana, y algunas veces como un detalle, a las 8 de la mañana, por lo que como nadie lo puede ver a esas horas, el resultado efectivo es del CERO %, o sea, que nada de nada.
Además el tiempo dedicado en cada emisión es de 30 minutos, por lo que se pueden imaginar qué concierto se puede retransmitir en media hora de duración. Claro que como a esas horas no lo he visto nunca, tampoco sé si transmiten música clásica o ligera. Si pusiesen los partidos de fútbol a esas horas, no creo que se fomentaría mucho ese deporte.
Por el contrario, los documentales que es el plato fuerte los emiten a las mejores horas, y el cine también. Pero repito no voy en contra de ese tipo de programas, pues también suelo verlos, pero, ¿no puede haber un huequecito para la música clásica a unas horas normales?.
Por otra parte, RTVE tiene una orquesta y coros que en 2017 han dado un total de 63 conciertos. Los que vivan en los lugares donde se den esos conciertos tienen la oportunidad de poder disfrutarlos, pero los que no, no tenemos la opción de poder verlos televisados pues no han transmitido ni uno en todo el año y eso que no tendrían que pagar a la orquesta pues los músicos pertenecen a su plantilla. Recuerdo que cuando se creó dicha orquesta hace 52 años, televisaban un concierto al mes y ahora ni uno al año.
Así pues, según mis datos, en 2017 se televisó un concierto de la Sinfónica de Galicia dirigida por Gustavo Dudamel el 7 de julio desde la plaza del Obradoiro (a la 1 menos cuarto de la madrugada). También el 13 de julio se televisó Il Trovatore desde el Liceo de Barcelona, incluyendo pantallas gigantes en Madrid y algún otro lugar, alardeando de sacar la ópera a la calle.
Bueno pues, con dos conciertos al año televisados ya cumplieron. Finalmente y aunque no era un concierto, el 27/11 a las 20,45h. hubo un programa especial dedicado a Plácido Domingo de una hora de duración. También se retransmite el concierto de Año Nuevo, pero lo considero como una tradición casi impuesta desde fuera y si no lo retrasmites no existes en el mundo, no porque RTVE lo haya elegido para fomentar la música clásica.
O sea que tenemos cuatro transmisiones al año y no creo que se me haya pasado nada más.
Por otra parte la realidad de Pamplona,  con las programaciones de Baluarte y Teatro Gayarre principalmente, demuestra que hay afición a la música clásica, salvo que sólo se vaya por cuestión social, pues el número de conciertos anual es muy elevado y la afluencia es altísima.
También la Opera en el cine gana cada vez más adeptos, por lo que, pienso que unos conciertos retransmitidos por TVE tendrían aceptación ya que  mucha gente no puede permitirse el verlos y oírlos en vivo.
Y ya no quiero hablar de la promoción de la música entre los niños y jóvenes que tampoco la veo por ningún lugar.
Paso envidia cuando veo cómo en un país como Venezuela, sólo con el entusiasmo del músico y economista José Antonio Abreu y alguna ayuda del Gobierno, han conseguido crear una cantera que hace ya tiempo está dando brillantes resultados. Aquí la única cantera que tenemos es la del fútbol, porque da “pasta” y eso es lo que mueve el mundo.
Finalmente le propondría a TVE que de las 35 horas que parece dedica a música clásica, se quede con 30h. para programar lo que quiera y que las 5 horas restantes las dedique a televisar un concierto (aún le sobrarían 2 horas) o una sesión de Opera al mes, eso si, a las 20h.

Si eso se consiguiese, más de uno estaríamos felices y no creo sea mucho pedir.

El costo de comprar entradas por Internet


Todo no va a ser hablar de Cataluña, la financiación de las Autonomías y cosas por el estilo, que al final aburren. Los ciudadanos de a pié tenemos nuestros “problemillas” que quizá con una buena gestión se podrían solucionar, puesto que lo otro no hay quien lo arregle.
El pasado 26 de noviembre quise ir al concierto en Baluarte de Jazzy Leap y JL Band con música de Cole Porter. Traté de comprar las entradas por Internet pero me escandalicé cuando vi que me cobraban 2,5€ por cada entrada, y, teniendo en cuenta que valía 10€ se me ponía en 12,5€, representando el gasto de compra un 25% sobre el valor de la entrada.
Evidentemente, cogí la bici y me fui a taquilla para comprarlas.
Mosqueado por descubrir ese gasto, me puse a mirar los gastos que por este concepto nos cobran en los espectáculos que se desarrollan en Pamplona si adquirimos las localidades a través de Internet, obteniendo estos resultados:
Baluarte. En la web de Baluarte te da la opción de comprar entradas a través de “baluarte.com” o “ticketmaster.es”. Si entras por baluarte.com te redirigen a “ticktackticket.com” y seguido a “ticketmaster.es” y en todos los espectáculos cobran 0,95€ fijo por entrada, con lo que los porcentajes sobre el valor de la misma van desde el 31,66% cuando la entrada cuesta 3€; 19% cuando cuesta 5€; 5,28% cuando cuesta 18€; 2,71% cuando cuesta 35€; y así sucesivamente pueden ir calculando.
Si entras a través de “ticketmaster.es”  te cobran: 2,30€ para una entrada de Negua Kantuz y teniendo en cuenta que la entrada vale 5€ los gastos representan el 46% del precio de la entrada. Para la Sinfónica de Euskadi del 6/12/18 te cobran 2,70€ que sobre 18€ de la entrada representan los gastos el 15% y si la entrada el cuesta 35€ te cobran 3,20€ que representan el 9,14%
Lo que es curioso que entrando por uno u otro sitio, siempre el que te vende la entrada es “ticketmaster” pero sin embargo los costos son totalmente diferentes en uno u otro caso como se ha visto anteriormente.
Teatro Gayarre. La venta en la web del Teatro Gayarre se hace vía “es.patronbase.com” y los gastos de gestión son fijos (0,50€) independientemente del precio de la entrada. Así pues para una entrada que vale 3€ los gastos representan el 16,66%, si es 6€ el 8,33% y si es 20€ el 2,5%. Esos gastos fijos, si bien son muy inferiores a Baluarte, sin embargo son importantes en los casos en que se programan espectáculos sobre todo en Navidad, dirigidos a niños y con precios de 3€ , 6€ siendo los gastos porcentualmente muy elevados.
Escuela Navarra de Teatro. Costo gestión: CERO €  siendo los precios de las entradas de entre 6 y 10€ (no hay intermediarios en la venta).
Filmoteca. Las entradas valen normalmente 3€ y el Costo de gestión es: CERO € (no hay intermediarios en la venta).
Civivox.  Las entradas suelen costar 3€ y el Costo de gestión es: CERO € (no hay intermediarios en la venta). No he podido verificar este dato pues casi todos los espectáculos son gratuitos con retirada de invitación en taquilla 1 hora antes del espectáculo.

Está claro que el problema está en las ventas de Baluarte y en menor medida en el Teatro Gayarre. Y me pregunto cómo es posible que en unos cueste CERO la compra de entradas y en otros alcancen porcentajes del 15, 25, 31, 46%..., además todos esos lugares son propiedad del Gobierno de Navarra o Ayuntamiento de Pamplona y para más inri los de costo CERO son los espectáculos más baratos.
Pero aún voy más lejos. Para la Big Band del 18/12 en Baluarte la entrada costaba 5€ y, como hemos visto antes, según por donde entres te cobran 5,95€ o 7,30€, bueno pues, el 14/12 me pasé por taquilla a adquirir dos entradas para Nuevo Mundo y otras dos para la Big Band. Las de Nuevo Mundo me costaron 5€ cada una (adquiridas en taquilla y por tanto sin gastos) y las dos de Big Band fueron gratis pues me dieron dos INVITACIONES sin pedir nada ni tener enchufe alguno. O sea que comprando  por Internet las cobraban y en taquilla te las regalaban.
Después de este estudio estoy a punto de obtener un Master en compra de entradas por Internet, pues estimo va a ser necesario en el futuro.
A la vista de lo expuesto no me parece lógico que se proteste por el IVA de los espectáculos, cuando al menos algunos organizadores no dudan en poner unos sistemas de venta por Internet cuyos gastos representan unos porcentajes que duplican o triplican al del IVA. Al menos el IVA es un impuesto que sirve para pagar servicios a los ciudadanos, mientras que los gastos de gestión van a parar a las empresas que hacen la venta (por cierto, multinacionales).
Cualquier compra que se hace por Internet no tiene gastos complementarios (Ropa, zapatos, viajes, electrónica…). Creo que el único caso en que te cargan por comprar por Internet es en los accesos a los espectáculos.
De todas formas este no es un problema nuevo, pues con fecha 17/10/2012, es decir hace más de 5 años, en este mismo periódico me publicaron un artículo titulado “La subida del IVA y los espectáculos” donde hacía un estudio real del costo de gestión de las entradas y el IVA de las mismas.
Cinco años después seguimos igual.

Me despido hasta dentro de otros cinco años en que, espero, no tenga que repetir este escrito, o quizá sí, vete a saber.