lunes, 30 de mayo de 2011

¿Quién paga las multas de las compañías eléctricas?

ENDESA. Actitud azul. Quienes creen que las cosas pueden hacerse son quienes logran hacerlas. Y con ellas compartimos una misma actitud, la Actitud Azul, la actitud de hacer que las cosas sean posibles. (publicidad 29 may. 11).
Esta empresa – Endesa- tan etérea en su publicidad, junto con Iberdrola, E.On España, Gas Natural Fenosa, Hidroeléctrica del Cantábrico y la patronal Unesa, han sido sancionadas por la Comisión de la Competencia, con una multa de 61 millones de euros por obstaculizar el cambio de compañía, y tratar de fijar precios a los grandes clientes. De esos 61 millones le corresponden 26 millones a Endesa (la de la Actitud Azul) y 21,6 millones a Iberdrola (que no se qué actitud tendrá después de la sanción).
Casualmente al día siguiente, 15 de mayo en un diario nacional venía un artículo de Jeffrey D. Sachs, profesor de economía de la Universidad de Columbia y asesor de Naciones Unidas, con el título de “Oleada de crímenes corporativos”.
En dicho artículo señala que “Cuando las empresas son multadas por malversación, sus accionistas, no sus directores ejecutivos, pagan el precio”, y que “Incluso cuando las firmas pagan mega-multas, sus directores ejecutivos permanecen en sus puestos. Los accionistas se encuentran tan dispersos y faltos de poder que ejercen poco control sobre la gestión”.
Siguiendo con el tema, creo que el 23 de mayo, Juan M. de Prada, que supongo no es sospechoso de nada perverso, comentaba en su artículo “Plutocracia” que una de las principales compañías eléctricas españolas había tenido un beneficio neto en el primer trimestre del año de 1.000 millones de euros (10% más que en el mismo período del año anterior) y otra había cerrado el ejercicio anterior con un beneficio de 4.100 millones (un 20% más que el ejercicio anterior), y que, al mismo tiempo, el consejero delegado de ésta última reclamaba al Gobierno una subida en la tarifa de acceso de entre el 15 y el 20%, que se traduciría en una subida del recibo entre el 7,5 y el 10%.
Pero de todo el artículo, que no tiene desperdicio, me quedo con “De donde hemos de inferir, necesariamente, que el deterioro constante de nuestra economía real es proporcional a la creciente lozanía de las grandes corporaciones; y que todas las medidas que hasta la fecha han impulsado los gobiernos no tienen otro objeto que detraer el dinero de la economía real para engrosar las cuentas de resultados de las grandes corporaciones” y, finalmente que “la propaganda oficial se desvive por convencer a la pobre gente expoliada de que las privaciones y sacrificios que ahora se le exigen redundarán en su beneficio”
Dejando las empresas eléctricas, estos días también se nos ha descolgado Telefónica con que quiere hacer un ERE de, creo recordar, unos 6.500 trabajadores y que por tanto, una parte la paguemos todos lo españoles.
Estos dos sectores (telefonía y electricidad) son de los que más reclamaciones tienen por parte de los clientes. Y es que estamos totalmente en sus manos. Teóricamente la tan cacareada libertad de precios que iba a hacer que pudiésemos contratar con la empresa que nos vendiese más barato y con mejor servicio se ha quedado en nada. Salvo las empresas importantes que pueden tener gente dedicada a controlar las facturas de esas empresas, yo preguntaría a los ciudadanos normales (que somos en conjunto el mayor cliente de ellos pero, eso sí, estamos desperdigados), quién sabe qué tipo de contrato tiene y en qué condiciones, si hay otros mejores que han salido posteriormente o qué. Solo un ciudadano normal consigue bajar su recibo de teléfono cuando se entera por el vecino que él paga menos, entonces llamas a la compañía y te dicen que, casualmente, acaba de salir una oferta más ventajosa y que te pueden cambiar el contrato, y así sigues hasta que al tiempo un vecino, en el ascensor, te dice lo propio y vuelta a lo mismo.
Ahora le toca el turno a la factura de la electricidad la cual, desde tiempo inmemorial, ha sido indescifrable para el ciudadano corriente. Horas punta, horas valle, nocturnas, potencia instalada, reactiva, término de potencia..…no la entienden ni los presidentes de dichas compañías. Pero, ojo, ahora nos vienen las nuevas tarifas de las que sólo me suena la de último recurso y me niego a enterarme de más, pues creo que hay cosas más interesantes que hacer. Así que, pagaremos lo que quieran porque los ciudadanos normales estamos en sus manos.
Entre tanto unas empresas tienen Actitud Azul y otras fichan a Vicente del Bosque, con el único objetivo de mostrar imagen que es lo que vende. Supongo que los métodos de sus jefes no le gustarán a del Bosque, pero yo le aconsejaría que se aproveche de ellos y reciba la remuneración que le den con toda tranquilidad. La pagaremos en nuestras facturas pero en este caso, al menos yo, lo haré con agrado.

martes, 10 de mayo de 2011

Los banqueros no tienen corazón

Siempre se ha dicho, y más últimamente a raíz de la crisis que nos ocupa, que “LOS BANCOS NO TIENEN CORAZÓN”. Claro que los Bancos no tienen corazón, como tampoco lo tiene un paquete de folios, un lienzo, un piano….. El corazón y el alma se lo incorporan las personas que escriben o pintan sobre esos soportes y las que luego, leyendo las partituras, interpretan al piano lo que las primeras han creado. La literatura, la música, el arte, es, entre otras cosas, lo que hace que seamos más humanos.
En el caso de los Bancos, parece ser que los altos directivos no están por la labor de hacer que sus organizaciones tengan corazón, a juzgar por cómo actúan.
Los sueldos escandalosos de muchos de sus directivos. Los objetivos de beneficios a corto plazo teóricamente demandados por los accionistas y que hacen correr riesgos innecesarios sólo por ambición. Las reestructuraciones de plantillas a pesar de que “el principal activo es el personal”. Las presiones a los Gobiernos para que adopten medidas para salvarles, pues si se hunden ellos (los demás les importa un bledo), va a venir el fin del mundo. Los beneficios extraordinarios que tienen procedentes de países en los que pueden imponer sus leyes (Sudamérica es un caso concreto). La marginación total de los verdaderos accionistas (Vd., yo, y millones más), porque los que mandan lo hacen con unos porcentajes mínimos del capital y el resto estamos dispersos. La también marginación de sus empleados, convertidos cada vez más en meros operarios sin poder alguno de decisión pero con la obligación de dar la cara ante el cliente. El desinterés total por el cliente que es el que les da de comer, cortando créditos y lo que haga falta, aún a sabiendas de los problemas humanos que pueden ocasionar y que en gran parte ellos han provocado.
Podría seguir enumerando prácticas que hacen los Bancos (me refiero sobre todo a los grandes y otros menos grandes, próximos a nosotros, pero con delirios de grandeza), y que de humanas no tienen nada; sólo buscan el beneficio desmedido y el poder para sus dirigentes. Por todo ello llego a la conclusión de que son “Los banqueros los que no tienen corazón” y no los Bancos.
Entre los que están escribiendo sobre estos temas, hay infinidad de personalidades, incluidas premios Nobel que dicen que los responsables de esta crisis no se pueden ir “de rositas”, sin embargo, y esto también lo reconocen todos, se van a ir, y aún es más, si hay que reformar algo del sistema financiero lo van a hacer ellos; ni Vd. ni yo, con lo que ya verán lo que va a cambiar.
Los islandeses son los únicos que están saliendo respondones y eso no gusta a los poderosos, que evitan dar publicidad al tema.
Y nosotros qué podemos hacer?. Muy fácil, tenemos una solución que está en nuestras manos, y es la de pasar nuestro dinero a los Bancos (alguno habrá) que hayan demostrado que tienen corazón. Poco a poco, sin prisas, pero sin pausa, para no crear un pánico que se pueda volver en nuestra contra. Ya verían cómo iban a cambiar las cosas de manera inmediata, pues estas medidas son las únicas que entienden. Los Bancos son meros intermediarios cuya materia prima es nuestro dinero, y si no se lo damos ya me dirán con qué van a negociar. Por supuesto que mucho del dinero que tienen es de las grandes empresas, fondos de inversión, etc., pero la mayoría es de multitud de clientes anónimos que no cuentan para nada salvo para sacarles el máximo provecho posible. Vean Vds. cómo están actuando los Bancos subiendo comisiones e inventándose otras para poder mantener beneficios. Esos Bancos “con corazón” pueden ser muchos de los actuales, normalmente pequeños, que se han limitado a ejercer su función “a la antigua” y que no han contribuido al derrumbe actual de la economía. Y si finalmente se hunde el mundo, al quebrar todo o parte del sistema financiero, no nos asustemos, igual es la mejor solución. El desarrollo de los países ha venido muchas veces después de las guerras. Es la característica de los humanos: construimos, destruimos y volvemos a construir. En la relación con los Bancos no todo es dinero, los clientes demandan cariño y humanidad y eso se lo dan los empleados de los Bancos, no los Bancos como institución, que, por el contrario, cada vez recortan más las plantillas. No hace falta más que observar cómo mucha gente mayor le cuenta sus penas al empleado de turno, que normalmente le atiende con cariño y paciencia, pero eso el Banco no lo valora, pues lo que le interesa es ganar el máximo a costa de lo que sea, y puede que, a la larga, sea a costa de su propia existencia. Un Banco con criterios humanos, y por tanto, con corazón, no creo fuese menos rentable que uno frío y calculador como los que dirigen el mundo actualmente, pero seguro sería más agradable.