miércoles, 24 de marzo de 2010

El campo se hunde en la bancarrota

Este y otros títulos están apareciendo constantemente en toda la prensa nacional durante los últimos días. Se hace hincapié en las diferencias tan abismales que existen entre los precios que percibe el agricultor y lo que paga el cliente final en el súper o en la tienda de la esquina, que van en su conjunto, según señala D.N. el 22 de marzo, desde un 403% a principios de 2009 a un 416% a finales del mismo año. En unas declaraciones de unos agricultores catalanes señalaban que del beneficio total que se produce desde la compra hasta la venta al cliente final, el agricultor se lleva el 16%, el mayorista el 10% y el punto de venta el 74%.
A primera vista el reparto de esos beneficios parece escandaloso. Si lo analizásemos con números, cosa que raras veces se hace, tendríamos que valorar las funciones de mayoristas y puntos de venta y, por tanto la retribución que deben tener por la misión que realizan y que no se si debería ser la que citan u otra inferior y, a simple vista me inclino por esto último. No obstante estamos en una economía libre y no es de recibo que se solicite al Gobierno que tome “urgentemente medidas eficaces, dentro de un plan de choque que no puede demorarse más”.
El campo tiene que innovar sus sistemas de gestión para poder ser rentable y lo primero que se nos puede venir a la cabeza es utilizar Internet con el fin de eliminar a los intermediarios y enlazarnos directamente productor o fabricante con el cliente final, con lo que teóricamente ese 84% que se quedan mayorista y punto de venta nos lo podríamos repartir amigablemente a razón de un 42% al productor y otro 42% para el cliente final.
Pero para que la eliminación de esos intermediarios sea real, tenemos que asumir nosotros la función del punto de venta. Así pues tendríamos que pedir directamente por Internet a cada fabricante o productor: el pescado, la carne, las frutas y verduras, las conservas, aceites, azúcar, mermeladas, productos de limpieza….Tendríamos que tener a alguien en casa sin moverse para recibir todos esos productos que nos vienen de sitios y con transportes totalmente distintos. De esta forma estaríamos haciendo las mismas funciones que la tienda: pedir a sus proveedores y recibir los productos para que los compre el cliente final, que somos nosotros mismos. Vds. verán si esto es realmente posible hacerlo con todo, yo pienso francamente que no, por lo que tendremos que seguir comprando en el súper o en la tienda de la esquina (que hace un papel enorme).
Yo veo Internet como solución para compras esporádicas: un PC, máquinas fotos, muebles, electrónica, libros, relojes, automóviles, discos …. , que, por otra parte ya son cosas…y en estos casos los clientes finales antes van a ver los productos en vivo y a pedir asesoramiento en las tiendas de fotos, relojerías, etc., y después lo compran por Internet, lo que me parece muy bien, pero conseguiremos que esas tiendas las cierren pues sólo sirven para dar consejos gratis y que la venta la haga otro, pero luego no nos quejemos de que la ciudad está muerta, que no hay comercio, etc., pues nosotros directamente nos lo cargamos.
Pero volvamos al tema de los agricultores que es el que nos ocupa.
Pienso que podría haber una solución intermedia entre el sistema tradicional y el puro y duro de Internet.
La venta por Internet de cada agricultor es idílica pero a la larga no sería rentable pues cada uno tendría que recibir los pedidos, preparar la expedición, efectuar el cobro…., demasiado lío, además se apuntarían a ese sistema montones de agricultores individuales que dispersarían la fuerza que podían tener de actuar unidos.
Así pues la solución la veo de mano de las Cooperativas, que, desde mi punto de vista no se han puesto las pilas para moverse en este tema.
Las Cooperativas a nivel individual o la Agrupación de las mismas recibirían los pedidos de los clientes, estas prepararían sus expediciones, pudiendo efectuarse bien al domicilio del cliente o a un almacén que esas Cooperativas pudiesen tener en la ciudad más próxima al domicilio del cliente. Por Internet se le cobraría el importe del envío y se le diría fecha en que podría recogerlo. De esta forma el cliente de una sola vez recoge a la hora que le venga bien toda una serie de productos que vende esa agrupación de Cooperativas, además al recoger el pedido podría comprar (pues en ese local habría venta al público) los productos que no hubiese pedido y que precisase. Evidentemente el precio del producto comprado por Internet sería más barato que el adquirido en la tienda por razones evidentes (almacenamiento, mano de obra, pérdidas, gastos generales….), pero siempre sería más barato que los adquiridos en tiendas o grandes superficies, lo que obligaría a estas a reducir sus márgenes, no olvidando que la tienda de proximidad que te pone el producto al lado de casa, por lo que no tienes que coger el coche, etc., te da un servicio y te ahorra un dinero o un tiempo, que, evidentemente se lo tienes que pagar en el precio del producto, por lo que, en este mundo hay sitio para todos.
Realmente el ir a recoger el pedido a esa nave ¿no nos ocupa el mismo tiempo que ir los sábados al mercadillo, pero con la ventaja de que tengo el pedido ya preparado y además puedo ir cualquier día de la semana?
Lo que hacen los agricultores que te venden naranjas o los pescadores que hacen lo propio con el marisco, todo ello a través de Internet, me parece de maravilla por cuanto supone iniciativa y trabajo y ante ellos hay que descubrirse, pero no me veo que sistemáticamente esté pidiendo a esos dos y a veinte más, como decía más arriba, pues la cosa se lía enormemente.
Creo que las Cooperativas de agricultores y Cofradías de pescadores serían los organismos ideales para montar el sistema de ventas por Internet para sus asociados. Además tienen sus propias entidades financieras para apoyar los proyectos. En Navarra creo que las Cooperativas no se han adaptado a los tiempos que corren pues de otra forma no entiendo cómo se están produciendo todas estas reclamaciones de los agricultores y nadie (tampoco los sindicatos) dan algún tipo de respuesta a dichas inquietudes.
No se si estaré en lo cierto en cuanto a las proposiciones que hago, pero si sirven para mover el tema y que alguien coja el testigo y se replantee esta renovación de la comercialización agraria ya me daría por satisfecho.