Está claro que en todos estos casos
los productores están a merced de las grandes industrias lácteas, de la gran
distribución o de las cuatro multinacionales que controlan el mercado del grano
a nivel mundial.
La solución al problema lácteo la
veo difícil, ya que, el negocio de la leche transformada (básicamente yogur y
derivados), que es donde se gana dinero,
está copado en España por dos o tres multinacionales francesas y por una suiza,
a las que difícilmente se pueden desbancar. Así pues, mientras las cosas no cambien, serán estas empresas
las que marquen los precios de compra de la leche a los ganaderos.
Ni qué decir del oligopolio de los
granos a nivel mundial que seguirá en manos de Cargill y compañia, por lo que
el agricultor tendrá que estar “a lo que manden”.
Nos quedan las frutas y verduras, es
decir los productos frescos, sin transformar. Estos se pueden vender en el mercado nacional o en el extranjero. A
nivel de exportación se conoce el potencial que tiene Almeria, pero yo al
menos, desconozco qué es lo que se hace en Navarra, quién exporta y volumen de
negocio.
Lo que pretendo aquí analizar son las
ventas de productos frescos en el mercado nacional y que, en un gran porcentaje,
llegan al cliente final de la mano de
las grandes cadenas de distribución, pues la venta directa no es significativa.
Estos productos cada vez tienen más
peso en la cesta de la compra, pues los
precios son cada vez más elevados y sin
embargo el productor no está satisfecho
ya que sus márgenes son mínimos respecto a los que obtiene la gran
distribución.
Creo que los productores tienen que
tratar de “puentear” a esa distribución y hacer la venta directamente.
Aquí es donde me atrevería a
proponer una solución que, a mi modo de ver, permitiría al productor tener un
beneficio justo y al consumidor pagar menos por el producto.
Se trataría de que los productores hiciesen
sus ventas, vía Internet, directamente a los consumidores finales, es decir: se saltasen a la gran distribución.
Algunos productores de naranjas, pescados y mariscos, “casheros” del País Vasco y de
otras regiones, ganaderos de carne (sobre todo cerdo) ya lo están haciendo,
pero al ser una oferta atomizada confieren al sistema tres importantes
debilidades que limitan su desarrollo. Una: el cliente tiene que hacer el
pedido a cuatro o cinco proveedores. Dos: al ser pedidos atomizados los
proveedores exigen unas cantidades mínimas, para hacer rentable el envío, que a menudo exceden
la capacidad de consumo de una familia.
Tres: cada proveedor envía sus pedidos separadamente, con lo que el cliente
tiene que estar en casa pendiente de cuándo le llegará la mercancía de cada uno
de ellos.
Si las Cooperativas liderasen esta
iniciativa y concentrasen la oferta de los productores, solucionaríamos de golpe los tres puntos débiles del actual sistema.
Uno: sólo habría que pedir a una o dos
cooperativas. Dos: se podrían servir pedidos más pequeños pues los envíos serían conjuntos para todos
los clientes. Tres: evitaríamos los envíos a cada domicilio (rebajando
costos de transporte), pues dichos pedidos serían depositados en locales estratégicamente situados y con amplio
horario de apertura, para que el cliente pasase a retirarlos a su comodidad,
sin tener que estar pendiente de los
horarios de entrega.
Bueno pues, este sistema que
propongo, hace unos días me enteré que los americanos lo llaman “capilaridad” y
ya lo están poniendo en marcha en su país,
de lo cual me alegro, pues suele suceder que, en el nuestro, las
novedades se aceptan mejor si ya están funcionando en el extranjero que
si se nos ocurren a los de aquí, por aquello de “que experimenten otros”.
No se si lo propuesto puede servir
para algo, pero lo que está claro es que los
agricultores y ganaderos no
pueden estar cruzados de brazos pidiendo
siempre soluciones al Gobierno. Tampoco tienen que esperar a que se legisle sobre la mejora del funcionamiento
de la cadena alimentaria: obligatoriedad de contratos por escrito, código de buenas prácticas,
tipificación de prácticas abusivas y control de incumplimientos con elevadas
sanciones. Hay tales grupos de presión implicados que la posible legislación
intentarán demorarla y limitarla en su beneficio.
Un planteamiento conjunto de UCAN,
Sindicatos agrarios, y otros organismos implicados podría ser el germen de este
proyecto. Todo menos quedarse parados.
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