lunes, 7 de octubre de 2013
Polémica en Pamplona: peatones y ciclistas
Casi no hay semana en que no venga en cartas al director algún escrito de peatones clamando contra los ciclistas que usan las aceras para desplazarse.
En pocos años, y debido en gran parte al impulso dado por los Ayuntamientos, se ha pasado de un uso testimonial a uno intensivo de la bicicleta en la ciudad. Esa respuesta masiva de los ciudadanos ha cogido por sorpresa a los Ayuntamientos, que ahora no saben cómo digerir ese incremento de circulación, pues las normas y espacios de circulación no se han previsto. Les ha cogido el toro.
Dicen que tenemos (y me lo creo) cientos de kilómetros de carril bici, pero están la mayoría en la periferia, y cuando alguno de ellos llega al centro, ahí viene el desmadre pues sólo es posible circular por las aceras, con el consiguiente enfado del personal.
Hace unos días me tomé la molestia de hacer un inventario de todas las calles del primero y segundo ensanche, que (aparte del casco antiguo) es donde está el mayor problema para la circulación de las bicicletas.
Me salen un total de 30 calles, que si restamos 4 que están peatonalizadas, quedan 26 donde se circula.
Pues bien, de esas 26, en 23 se aparca en batería en alguno de los lados y en 3 se aparca sólo en línea. Además las calles en las que se circula en 2 vías son 10 y en una sola vía 16, lo que nos da el total de las 26 citadas calles.
Bueno pues, con estos datos, que pueden tener algún error, pues hice el inventario en un par de horas, me atrevería a proponer a nuestro Ayuntamiento una solución rápida y económica para evitar que nos enfrentemos peatones y ciclistas que es lo que actualmente se está fomentando al no dar soluciones.
La propuesta sería eliminar los aparcamientos en batería y convertirlos en aparcamientos en línea. Con el espacio que se gana da para poner un carril bici. Esto no es descubrir América, pues el Ayuntamiento hace tiempo que lo hizo en la calle Abejeras y Fuente del Hierro como mínimo. El aparcamiento en batería es más peligroso que en línea, pues al salir no se ve si vienen vehículos, además, muchas veces la longitud del coche o furgoneta es tal que invade e invalida la circulación por una vía. Baste con ir por Amaya o P. Caballero par ver que de las dos vías, una está inutilizada por los que salen demasiado o por los que aparcan “un minuto pues total hay otra vía para circular…”
La estructura de las calles sería, de derecha a izquierda: acera, carril bici, aparcamiento en línea, vías de circulación (1 ó 2), aparcamiento en línea y acera.
El carril bici estaría siempre a la derecha y la separación de este con la zona de aparcamiento en línea se resolvería con unos separadores de plástico atornillados al suelo y con una altura tal que impidiesen que al abrir la puerta derecha de los coches se invadiese el carril bici, evitando los accidentes por ese motivo.
En las cuatro calles peatonales que existen en la actualidad, es cuestión de coger unos cubos de pintura y delimitar claramente el carril bici (darse una vuelta por San Sebastián si ir más lejos).
Al que usa la bicicleta no le hace gracia ir por aceras ni por calles peatonales en las que no se señale el carril bici, con el riesgo de ser increpado por peatones (lo que sucede con bastante frecuencia). Cada vez vemos a más mujeres y hombres de todas las edades que usan ese medio y no son unos locos que ponen en peligro a los peatones. Los que hacen eso suelen ser el tipo de gente que va en moto sin tubo de escape o llevan el coche con una música a toda máquina, etc., por tanto la excepción.
Con esta solución quitamos, evidentemente, plazas de aparcamiento, pero todo no se puede tener y hay que saber si lo que queremos es tener calles que son meros almacenes de coches o tener una ciudad equilibrada en cuando a movilidad.
Las ciudades en un comienzo estaban diseñadas para los peatones y carros. Poco a poco el automóvil se ha adueñado de las mismas, pretendemos llegar hasta la puerta con el coche y si no subimos hasta el piso es porque no cabe en el ascensor. Mi experiencia profesional me ha enseñado que normalmente para solucionar los grandes problemas hay que hacer las cosas al revés de como se están haciendo. Si quieres descongestionar las carreteras hay que quitar camiones de las mismas (favorecer el transporte por ferrocarril) y no construir nuevas o ampliar las existentes. Si quieres descongestionar las ciudades debes prohibir o limitar el acceso de vehículos y no ampliar los accesos y construir parkings de rotación, pues es la pescadilla que se muerde la cola. Si hay sitio voy con el coche, y como vienen muchos coches hago más carreteras y aparcamientos… y así hasta el infinito.
Además tenemos ejemplos de cómo se mueven los coches en función de las normas de aparcamiento. Por ejemplo ahora que se ha puesto zona azul en San Juan, hay sitio para aparcar que da gusto. Me pregunto, ¿dónde habrán dejado los coches los que los tenían aparcados hasta antes de esa norma?. Pues lo habrán dejado más lejos o no lo sacarán de casa y tomarán el transporte público.
Otro ejemplo al contrario. Hace unos cinco años cuando se iba a hacer el parking de la calle Olite, sin anuncio previo, se quitó un carril en la calle Media Luna y se habilitó para aparcamiento en línea. Se empezó a pintar a las 8 de la mañana y para las 11 estaba todo ocupado. Y yo me preguntaba ¿dónde estaban ayer todos estos coches?, pues 100 o 200 metros más lejos.
Claridad de ideas y celeridad en la toma de decisiones es lo que pediría a nuestras autoridades.
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