Hace unos días hemos tenido conocimiento de la celebración en Pamplona el 11 y 12 de febrero del I Foro Internacional sobre el talento “Agora Talentia” organizado por el Gobierno de Navarra y la Fundación Navarra para la Diversificación Empresarial (CEN). El comisario técnico del congreso Enrique De Mulder ha explicado que “Navarra se anticipa a la era del Talento..”; “el reto del siglo XXI consiste en hacer de la gestión del talento un proceso que conecte familia, escuela, universidad, empresa y sociedad”; “ necesitamos el talento ético al servicio del crecimiento sostenible, no la avaricia individual”; “ Agora Talentia pretende convertirse en el referente internacional para debatir, proponer actuaciones…”; “Agora Talentia pretende ser el primer foro estable del mundo de estas características…”.
De las palabras del comisario técnico, pocas conclusiones he podido entresacar salvo que el evento conducirá, como otros, a la nada. Soy incapaz de adivinar las razones y efectos prácticos, salvo los puramente publicitarios y de imagen, que puede reportar un Foro de ese calibre, cuyo presupuesto no se conoce pero a buen seguro no será pequeño.
Como en otras ocasiones, los hombres de la política prefieren divagar en el terreno de la abstracción que pisar tierra. Mi experiencia personal y profesional me ha llevado a lo contrario. Tengo una historia, que podría ser una de tantas, sobre el tratamiento que el Gobierno de Navarra ha dado en ocasiones a ese talento, que ahora le sirve para promover un Foro Mundial.
En febrero de 1993 se presentó a la Consejería de Sanidad un proyecto de Informatización de Centros de Salud y Farmacias, que pretendía eliminar todos los papeles del sistema, sobre todo la eliminación de la receta en papel, en base a que la misma fuese grabada en la banda magnética de la Tarjeta Sanitaria. La ventaja de este sistema radicaba en que desde que uno entraba en un Centro de Salud para ir a la consulta de un médico hasta que salía de una farmacia con los medicamentos no había papel alguno. Todo se procesaba automáticamente y se tenía toda la información de quién, qué y cuánto recetaba; cuánto consumía cada persona en medicamentos, además, el proceso de trabajo en las reboticas de las farmacias se aligeraba considerablemente pues la facturación de las mismas a la S.S. se hacía de forma automática, etc. y todo ello con costo “cero” de procesamiento de datos. Además se evitaba el archivo de recetas, etc.
La Consejería de Sanidad, cuyo titular era Calixto Ayesa, recibió este proyecto y le gustó, de tal forma que convocó una reunión con su staff (entre los que, por cierto, se encontraba el actual consejero de Innovación José Mª Roig) y el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Navarra (que apoyaba totalmente el proyecto). Después de dicha reunión no se quiso seguir adelante con el tema.
En 1997, siendo consejero Santiago Cervera, se volvió a presentar el proyecto, conscientes de que se estaba desaprovechando una oportunidad extraordinaria de ser pioneros (palabra que ahora no se deja de oír por ningún lado) en cuanto a la gestión sanitaria. La idea volvió a desestimarse.
Once años más tarde, con María Kutz de titular, el proyecto fue tachado de poco innovador, aunque el Gobierno de Navarra tenía intención de implantarlo. Es así que el 3 de junio de 2008 el consejero Alberto Catalán anunciaba la receta electrónica, alabando las ventajas que representaba la misma. Posteriormente se ha adjudicado a dos empresas su implantación (calco total del proyecto presentado hace 16 años en el Gobierno de Navarra) con un coste que se podía haber evitado: 3.042.000 euros valor aproximado de los impresos de recetas; al 374.580€ del estudio inicial; y otros 500.000 € por la adquisición del soft. El proyecto se proponía lo liderase el Gobierno de Navarra, existiendo la posibilidad de vender el mismo a otras Comunidades.
Perdida la oportunidad, como ocurre a menudo, de ser pioneros en ese u otros proyectos similares, sólo los muy ilusos pueden creer a estas alturas que por el hecho de organizar un Foro sobre el Talento se va a dar con él. Mientras las instancia públicas sigan supliendo el talento con dinero poco habrá que hacer. ¿O sí?
De las palabras del comisario técnico, pocas conclusiones he podido entresacar salvo que el evento conducirá, como otros, a la nada. Soy incapaz de adivinar las razones y efectos prácticos, salvo los puramente publicitarios y de imagen, que puede reportar un Foro de ese calibre, cuyo presupuesto no se conoce pero a buen seguro no será pequeño.
Como en otras ocasiones, los hombres de la política prefieren divagar en el terreno de la abstracción que pisar tierra. Mi experiencia personal y profesional me ha llevado a lo contrario. Tengo una historia, que podría ser una de tantas, sobre el tratamiento que el Gobierno de Navarra ha dado en ocasiones a ese talento, que ahora le sirve para promover un Foro Mundial.
En febrero de 1993 se presentó a la Consejería de Sanidad un proyecto de Informatización de Centros de Salud y Farmacias, que pretendía eliminar todos los papeles del sistema, sobre todo la eliminación de la receta en papel, en base a que la misma fuese grabada en la banda magnética de la Tarjeta Sanitaria. La ventaja de este sistema radicaba en que desde que uno entraba en un Centro de Salud para ir a la consulta de un médico hasta que salía de una farmacia con los medicamentos no había papel alguno. Todo se procesaba automáticamente y se tenía toda la información de quién, qué y cuánto recetaba; cuánto consumía cada persona en medicamentos, además, el proceso de trabajo en las reboticas de las farmacias se aligeraba considerablemente pues la facturación de las mismas a la S.S. se hacía de forma automática, etc. y todo ello con costo “cero” de procesamiento de datos. Además se evitaba el archivo de recetas, etc.
La Consejería de Sanidad, cuyo titular era Calixto Ayesa, recibió este proyecto y le gustó, de tal forma que convocó una reunión con su staff (entre los que, por cierto, se encontraba el actual consejero de Innovación José Mª Roig) y el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Navarra (que apoyaba totalmente el proyecto). Después de dicha reunión no se quiso seguir adelante con el tema.
En 1997, siendo consejero Santiago Cervera, se volvió a presentar el proyecto, conscientes de que se estaba desaprovechando una oportunidad extraordinaria de ser pioneros (palabra que ahora no se deja de oír por ningún lado) en cuanto a la gestión sanitaria. La idea volvió a desestimarse.
Once años más tarde, con María Kutz de titular, el proyecto fue tachado de poco innovador, aunque el Gobierno de Navarra tenía intención de implantarlo. Es así que el 3 de junio de 2008 el consejero Alberto Catalán anunciaba la receta electrónica, alabando las ventajas que representaba la misma. Posteriormente se ha adjudicado a dos empresas su implantación (calco total del proyecto presentado hace 16 años en el Gobierno de Navarra) con un coste que se podía haber evitado: 3.042.000 euros valor aproximado de los impresos de recetas; al 374.580€ del estudio inicial; y otros 500.000 € por la adquisición del soft. El proyecto se proponía lo liderase el Gobierno de Navarra, existiendo la posibilidad de vender el mismo a otras Comunidades.
Perdida la oportunidad, como ocurre a menudo, de ser pioneros en ese u otros proyectos similares, sólo los muy ilusos pueden creer a estas alturas que por el hecho de organizar un Foro sobre el Talento se va a dar con él. Mientras las instancia públicas sigan supliendo el talento con dinero poco habrá que hacer. ¿O sí?
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