sábado, 14 de junio de 2014
De taxis y otras cosas
Hace años, recuerdo, mucha gente vivía realquilada (habitación con derecho a cocina). Era la forma de unos tener ingresos y otros alojamiento barato.
Con el desarrollo económico empezaron a comprarse vivienda, coche, garaje o apartamento en la playa, cada uno según sus posibilidades.
La realidad es que al piso, que al principio estaba todo ocupado, con el tiempo, al irse los hijos, le sobraban habitaciones. En paralelo al lado se construían hoteles para alojar viajeros.
El garaje estaba libre parte del día pues el coche se utilizaba para trabajar. Mientras tanto al lado se construían aparcamientos.
El coche, cuando se utilizaba, iba con una o dos personas, en consecuencia, miles de vehículos circulando y medios de transporte colectivos infrautilizados.
El apartamento se utilizaba uno o dos meses al año. En paralelo se construían hoteles de veraneo.
No me voy a extender poniendo más ejemplos, pero de lo expuesto se ve el poco rendimiento que sacamos a los bienes que tenemos.
Eso sin hablar de otros inmuebles con escasa utilización: plazas de toros (una semana al año), estadios de fútbol (2 horas cada quince días), circuitos de velocidad (1 carrera al mes), aeropuertos (pocos vuelos al día), polideportivos que ni arrancan….
Cuando uno se puede permitir tener todos esos bienes, ociosos en gran parte, vale, pero muchas veces el poder poner en el mercado esas habitaciones que nos sobran, esas plazas de garaje disponibles durante gran parte del día, el apartamento libre durante diez meses que lo podemos intercambiar con el piso de otras personas de cualquier país, etc. puede ayudar a que los propietarios puedan tener unos ingresos complementarios y una mejora económica el que los alquila. Estos bienes infrautilizados siempre han existido, lo que pasa es que con los medios que había era difícil ponerlos en el mercado para sacarles un rendimiento. Con Internet todo cambia y esa puesta en el mercado comienza a explotar de forma imparable.
Existen aplicaciones para poner habitaciones en alquiler, para compartir plazas de aparcamiento, compartir coche para viajes. El intercambio de casas va subiendo, una vez que se pierde la desconfianza inicial que pueda existir.
Hasta la fecha los que han denunciado ese tipo de prácticas han sido los hoteleros.
Pero ahora ataca en Europa una aplicación que pone en contacto al hasta ahora usuario de un taxi con un particular que nos hace, con su vehículo, ese mismo servicio a unos precios sensiblemente inferiores a los de los taxistas.
El gremio de taxis se subleva argumentando que es una competencia ilícita (no tienen licencia, no saben qué tipo es el conductor, ni si tiene seguro el vehículo ni los pasajeros, que no pagan impuestos, etc.).
Y tienen toda la razón. Pero el proteccionismo que ha tenido hasta ahora el gremio del taxi tampoco ha estimulado a introducir mejoras que redundasen en un mejor servicio a unos precios más ajustados. Ha habido mucha picaresca y poca claridad (rodeos innecesarios para alargar la carrera, suplementos por maletas, entrada de aeropuerto y estaciones, horarios a partir de los cuales la tarifa cambiaba, cambios de zona de tarificación ..). En 1990 estuve en N. York, y los taxis llevaban taxímetro con impresora y te entregaban un ticket con el desglose de lo que cobraban. Aquí, si les pedías justificante, te daban un papelito con el importe final sin detallar nada de nada, por lo que no podías realizar reclamación alguna.
¿ Creen que es normal que en los aeropuertos haya cientos de taxis esperando a que lleguen los vuelos?. ¿Cuántas carreras pueden hacer al día y por tanto qué coste han de soportar los clientes para que el taxi les sea rentable?. ¿No les parece ilógico que de Berlín a Madrid cueste el viaje 20€ y del aeropuerto a Madrid otros 20€ o más?
Y no hablemos del mercadeo de obtención y compra- venta de licencias.
Creo que tendrían que liberar las licencias y que todo el que desee pueda dedicarse al taxi, como cualquiera puede poner una frutería. La oferta y demanda se autorregularía.
Evidentemente hay que poner unas normas que tenga que cumplir el vehículo y conductor para proteger al cliente final.
Los coches compartidos ya existían en los años 50. Eran los “piratas” que tenían su parada en la plaza del Vínculo y que hacían la competencia, no se si del todo legal, a las compañías de autobuses. Los nuevos sistemas están para quedarse, por lo que ya se pueden espabilar las Administraciones en regular el tema para que los nuevos “piratas” paguen sus impuestos y que las empresas titulares de las aplicaciones de Internet hagan lo propio. Y eso vale para los que alquilan habitaciones, plazas de garaje, etc.
Amazon, Apple, Fiat, Starbucks y un largo etcétera, hacen filigranas contables, operaciones cruzadas, ubicación en ciertos países, etc. a fin de no pagar prácticamente nada en España.
Cualquier empresa intenta pagar lo mínimo posible y a tal fin utiliza las argucias legales que puede, pero para evitar eso están los Gobiernos. Si se les obliga a pagar en España lo que deben, no por eso van a renunciar a vender aquí, sino que en “petit comité” se dirán entre ellos: “Se nos acabó el chollo” y seguirán la actividad, eso sí, ganando menos y el Estado recaudando más.
Jamás un Gobierno irá por delante de esas prácticas empresariales, pero al menos tiene que tratar de ir un paso detrás para reaccionar ante cualquier movimiento de la empresa y no a kilómetros de distancia pues la pierde de vista.
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